7.23.2012

Reseña: Que se mueran los feos


Del guionista y productor de Aída y 7 Vidas, Que se mueran los feos nos cuenta la historia de Eliseo (Javier Cámara), un cuarentón que es feo, cojo y soltero.  Desde pequeño ha sido objeto de burlas, propiciando una vida de complejos y una inseguridad sentimental.  Vive bajo la sombra de su hermano Juan, quien es todo lo contrario a él: extrovertido, encantador y guapo.  Eliseo no ha encontrado a la mujer de su vida y tampoco ha conocido el amor.
Nati (Carmen Machi) es una mujer abnegada, generosa y optimista.  Su niñez se vio plagada por el constante rechazo de un padre que siempre quiso un varón, quien se encargara del negocio familiar.  A pesar de sus esfuerzos por superar los complejos y de intentar que su padre se sintiera orgullosa de ella, el padre de Nati siempre le echó en cara el hecho de que era mujer y fea. 

Nati conoce a Juan, el hermano de Eliseo. Su noviazgo y subsecuente matrimonio careció de romanticismos.  Lo triste de la situación es que Nati salió de uno para meterse en otro: Juan la trata peor que su padre.  No obstante, Nati jamás perdió el optimismo por ser feliz. 

La muerte de la madre de Eliseo y el regreso de Nati al pueblo propiciará el reencuentro de los protagonistas.  Un concurso de belleza de vacas los juntará en una serie de situaciones jocosas. El único problema es: ¿qué pasa cuando la mujer de tu vida es la mujer de tu hermano?

Que se mueran los feos me mantuvo a carcajadas de principio a fin.  Javier Cámara como Eliseo, es simplemente grandioso.  Carmen Machi no se queda atrás, quien encarnara al personaje principal en Aída.  Los actores son una buena combinación, y contrastan de manera efectiva la resignación de Eliseo de ser feliz con el optimismo de Nati.  Los personajes secundarios complementan la comedia.  Cada uno de ellos, con su historia propia, te harán reflexionar, te harán llorar y te harán reír. 

La película, galardonada en el Festival de Málaga, es una que no se deben perder.  La misma está disponible en Fine Arts Café en Hato Rey.

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